domingo, 5 de febrero de 2017

la Palabra y las Castas

La Palabra y Las Castas.
Últimamente se ha desatado una fiebre de eventos, de conciertos y reuniones cristianas de pago que me alarma, máxime en una época de crisis en la que vivimos. No me preocupan los conciertos seculares que se hacen a beneficios de la niñez, la Paz, el hambre...etc aunque me alarma que algunos promuevan la inmoralidad en donde se motiva un estilo de vida contrario a los patrones naturales, pero ese no es mi tema. Lo que me tiene irritado, molesto y hasta indignado, como cristiano, es el ver como se han levantado cantantes que dicen ser “cristianos” y ofrecen conciertos de “adoración” en los cuales se cobran entradas semejantes a los conciertos seculares.
Los conciertos cristianos son una forma de explotar la fe, vender una mercadería de entretenimiento, y promover una subcultura “religiosa” en donde el adorar a Dios tiene un precio. Estos cantantes cristianos y/o predicadores de "su" palabra actúan idénticamente que los seculares. Hacen contratos en donde cobran grandes cantidades de dinero, sin pagar impuestos, exigen los mismos hoteles de cinco estrellas, pasaje en primera clase, cruceros y algunos hasta tienen sus propios aviones. Demandan hasta limosinas, guardaespaldas y comidas especiales. Son estrellas que a cuenta de la fe cristiana, se hacen ricos, y algunos hasta millonarios, pues además de cobrar por sus conciertos, obtienen grandes ganancias vendiendo CD, DVD, camiseta, libros y objetos en donde se le da culto a la persona, y no a Dios.
Lo peor de esta modalidad de entretenimiento y explotación religiosa radica en los pastores y líderes que se aprovechan de los mismos para obtener grandes sumas de dinero, que tristemente, nadie sabe a dónde va a parar, por lo que deberían presentar cuentas, tanto a "la Iglesia, como al Estado," pues con el cuento de lo religioso, muchas veces se lucran personalmente, sin pagar los impuestos. En el mundo secular, los cantantes mundanos muchas veces ofrecen sus servicios gratuitos para obras benéficas, y los fondos entran a instituciones que lo administran para el bien social. En las Iglesias esto no ocurre. Mi experiencia me ha enseñado que detrás de los conciertos cristianos, hay hombres ambiciosos, que exigen en sus contratos una paga sustanciosa, y aunque no tenga éxito el evento, reclaman el dinero, o de lo contrario se niegan a cantar.
Estoy cansado de las estrella humanas que en el nombre de Dios hacen negocio, eclipsando al verdadero Señor. Estoy harto de ver como se lucran de la ignorancia, si de la ignorancia y buen corazón-que una cosa no quita la otra- de un pueblo deseoso de servir a Dios, y de unos pastores que se aprovechan del evangelio, para obtener buenos dividendos.

¿Llegará la sanidad espiritual de la palabra a ser privada, llegará a ser la palabra un privilegio para las Castas (que las hay) dentro de las iglesias, llegará la palabra a estar secuestrada por la irreverencia y la insensatez?.
¿Estaré en ese largo periodo de espantosa cordura, como bien le gustaba decir a Edgar Allan Poe?

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